En 1998 la Mutualidad de los Procuradores, bajo la presidencia de don José Granados Weil, promovió la publicación del libro “La Previsión Social de los Procuradores de los Tribunales”, del conspicuo y preclaro Procurador e historiador de la procura don Julián Caballero Aguado.

Se trata de un estudio tan breve como intenso en el que se recogen y analizan las fuentes y el origen de la actual Mutualidad. Con verbo didáctico y sencillo, el autor repasa las instituciones históricas corporativas en cuanto a su función de ayuda mutua y de previsión.

Indudablemente, las necesidades por contingencias vitales siempre han sido las mismas a lo largo de la historia, sea cual fuere la profesión, oficio o menester, a saber: enfermedad, invalidez, supervivencia y fallecimiento. Sin embargo, su atención desde instituciones corporativas ha estado supeditada a lo largo de los siglos a una cuestión de consideración social, oportunidad económica y situación política. Así, el peso de lo religioso o lo profesional, las fluctuaciones crematísticas, la guerra o la paz, han condicionado la atención de esas contingencias vitales inmutables, no relegándolas al olvido, pero sí postergándolas por la prioridad de otras funciones colectivas.

Inicia don Julián la historia con la exposición y análisis de las cofradías y hermandades tardomedievales, de inspiración religiosa, que promovieron acciones que hoy consideramos exclusivamente pías o misericordiosas (sepelios y misas), pero que no fueron sino los primeros gérmenes de una futura y lentísima evolución hacia una ayuda corporativa sistemática y obligatoria.
El siguiente paso en este devenir son los ejemplos a lo largo del siglo XVII de varios Colegios y Hermandades (Zaragoza, Barcelona, Madrid) que instauran socorros para la asistencia de enfermos y el auxilio a viudas y huérfanos de procuradores, lo que podríamos definir como unos primarios seguros por la contingencia de enfermedad y fallecimiento, dicho sea con todas las reservas que impone la distancia y que nos impide hacer cualquier tipo de exacta similitud en sus características jurídicas.

Es en el iluminado siglo XVIII cuando nacen los primeros Montepíos como entidades paralelas pero independientes de los Colegios, que promueven los primeros éxitos y los primeros fracasos, dicho sea de paso, de organizaciones sistemáticas de ayuda mutua para ante las contingencias de invalidez y fallecimiento.

El convulso siglo XIX, siglo de revolución y renovación, trae la refundación del orden corporativo con los modernos Colegios profesionales y las reformas procesales que tanto modificaron nuestro espectro legal. Las fuentes existentes a partir de este momento son abundantísimas y precisas, y permiten al autor una exposición pormenorizada de la evolución de la consideración social que supone pasar del socorro o la ayuda, al concepto de previsión social, del auxilio al aseguramiento, de lo voluntario a lo obligatorio.

El siglo XX en su primera mitad no es sino la instauración, lenta pero definitiva, de las instituciones mutuales corporativas hoy existentes en todo el país que, en el caso de la procura, pasan por diversos intentos, locales y parciales, ya muy próximos y semejantes a lo que será la Mutualidad de Previsión Social de los Procuradores de los Tribunales de España, constituida en 1948.
Desde su creación hasta los años 80, el libro recoge todos los pasos, todas las opiniones, todas las fatigas y todos, todos los nombres de quienes hoy consideramos fundadores, valedores y promotores de nuestra actual previsión social.

Articulo escrito por: Gonzalo de Luis Otero

Fotografía: Libro «La Previsión Social de los Procuradores en su historia» de Julián Caballero Aguado.